Durante los últimos años del siglo XX, cuando la bonanza económica hizo que muchos de los negocios de empeños y compra venta vieran cómo la gente compraba objetos nuevos y, si lo necesitaba, pedía dinero prestado al banco, se perdió la pista de los carteles en los que se anunciaba «compro oro». Durante los años 80 del siglo XX, y supongo que antes también, era muy habitual toparse con locales o con hombres-anuncio que se dedicaban a la compra de oro y al empeño de joyas. Puede que una vez dentro te dieras cuenta de que también se podían empeñar joyas de plata, pero a simple vista los negocios únicamente trataban con oro.
Ahora, con una crisis económica de muchos años a la espalda y la prudencia que intenta evitar volver a los años de excesivo gasto y superficialidad, los negocios de compra venta han resurgido de sus cenizas. Y ahora, por lo que vemos en los carteles y en los locales que cada vez son más habituales en el paisaje urbano, no sólo se dedican a la compra venta de oro, cada vez se extiende más la compra venta de plata.
La plata, que durante muchos años ocupó un lugar secundario y fue una fiel escudera del oro, que era quien realmente importaba y generaba riqueza, es ahora protagonista. Puede que se deba a la necesidad, a que los años de crisis hayan hecho que se tenga que vender cualquier cosa de valor, aunque no sea tan alto, o puede que sea gracias a la subida del precio de la plata, que desde la segunda década de los años 2000 está subiendo paulatinamente hasta que finalmente, en 2011, alcanzó precios históricos.
Sea por el motivo que sea, cada vez se compra más plata y esto es bueno para la economía. Aquellos con necesidad de dinero pueden vender, o empeñar, sus objetos de plata para salir adelante por precios bastante buenos y, por otro lado, los que quieran invertir pero no dispongan de cantidades muy altas de dinero, pueden invertir en plata en lugar de hacerlo en la bolsa o guardarlo en un banco con poco rendimiento.